viernes, 21 de marzo de 2014

anatomía del dolor



no sabes nada.
vos
no sabés nada       si

apenas
 hurgas el                                                           dolor

con el dedo
como los niñitos              que
hacen agujeros sobre el cemento de
la pared,
así
surcás las capas

del cuerpo
como si se tratase de un
juego
como si

el goce

consistiese         sólo
en                                                         verte

desintegrar
el propio
 hueso.




martes, 18 de marzo de 2014

silencio.

Gao Xingjian



la palabra alimenta el peso de la herida.



ya no hay candor capaz de abastecer tanta derrota.



hago bosque de mis entrañas




el silencio hará de mí,
vestigios incorruptibles de la nada.




L.


viernes, 14 de marzo de 2014

tiempo

Francesca Woodman



no es que pensemos un futuro intransitado
es 
que cuando los pies arrastran enjambres de hipocampos
el deseo se enajena como
atravesando fuelles de narraciones sin sentido



por ejemplo, 
no recuerdo si la tortuga de mi madre aun está con vida.



tal vez
aquello que nos heredó la tragedia que arrastramos
pasó a formar parte de la euforia inasible de los días.



posiblemente la tortuga esté viva.
de haber muerto lo recordaría pero
el desgano de enumerar lo inconcluso
hace mella en cualquier escondite de la memoria.



cuando nos adentramos al círculo, sabemos que todos los costados
son intocables. es por eso que
no importa si en lo que crees sucede. La realidad es que
no importa lo que creas.
 giramos y no nos tocamos,
de la misma manera que la retórica de las preguntas:

con cuantas personas te acostaste últimamente? cuántas de esas veces quisiste irte antes de comenzar a sacarte la ropa? cuántas te dolieron?
fuiste capaz de mirar  al menos a una de ellas a la cara? de contemplar sus rasgos, acariciarle la boca, hacer consciente que lo que querés que dure
es aquello que te permanece por debajo de la piel,
y no el orgasmo. no importa el orgasmo, o acaso
nunca deseaste que llegue rápido para que las actuaciones terminen,
para que puedas acostarte solo
con la cabeza tapada,
como la tortuga
adentro del caparazón,
intentando arrancarte la vergüenza de creer en todo
de no entender nada;
para no admitir que contás el paso del tiempo con los dedos
-de a minutos-
como esperando que alguna vez descubras si es que está pasando demasiado rápido o
demasiado lento;
intentando entender si lo que sucede en medio
es la vida o
el intermedio
hasta que la vida llegue.



descontracturamos la carga de lo que nos pesa.
los dolores de oído, las faltas.



nos enseñaron que si pintamos con colores el caparazón
dejamos de respirar
entonces salimos a la calle.
está  invadida de estalactitas y llamamos a madre.
la tortuga vive.
come lechuga y a veces manzana.
va lenta. camina  lenta, pero cada tanto, se asoma y nos mira.
es como si nos quisiese, dice madre.
como si entendiese lo que pasa, mucho más
que lo que creemos entender nosotros.





martes, 11 de marzo de 2014

El Amor.




¿no habrá nunca nadie que desee beber nuestras lágrimas? (…)
yo beberé tus lágrimas.
 La obsesión de vivir.
José Sbarra



¿en qué momento dejamos de creer que el amor es posible? ¿cuándo se nos esfumó la ilusión de que podíamos todo, a pesar de todo?
¿Cuándo nos asustamos tanto, que decidimos que la huida es el mejor camino?
¿qué día comenzamos a mentirnos y a simular que la búsqueda es interminable, solo porque no somos capaces de confesarnos que a nuestras búsquedas, las transformamos en infructuosas  simplemente por cobardía?


¿algún día seremos capaces de poner nombre a nuestras ausencias, de dibujar el cuerpo del vacío, de llorar hasta desintegrarnos, y sencillamente: desintegrarnos?


¿qué camino será ante el que no pongamos el propio freno?
¿en qué lugar del mundo nos atreveremos a decir basta: te encontré, no quiero moverme de tu lado? ¿dónde está la piel que nos reconozca, el cuerpo que al tocarlo sea nuestro descanso, la risa que nos haga sentir en casa?

¿cuál va ser el beso que nos devuelva la respiración? ¿dónde está la mano que al tomarla nos salve de ésta jungla, y de la nuestra, y de nuestras propias bestias?

¿cuándo vamos a ser capaces de decir que nos amamos, sin miedo? ¿cuándo pronunciaremos el amor sin espera? ¿cuándo seremos lo suficientemente valientes para decir “te amo” sin que la respuesta signifique más que nuestra entrega?



¿existe quien nos permita darlo todo? ¿quién se abra desde lo más puro de su carne? ¿quién no sienta que dar es pérdida? ¿aquel que nos devore los labios y las palabras y que a pesar de eso, nos deje íntegramente nosotros?


“¿no habrá nunca nadie que desee beber nuestras lágrimas?

yo beberé tus lágrimas.”