miércoles, 15 de enero de 2014

VI.

Masao Yamamoto




I
estigmas ardiendo.
un lugar cualquiera en Cracovia donde poder tomar el té.
ya perdí de mi memoria cómo se veían sus rodillas, pero
algo me dice que olía a frutas.



II
la eternidad es quizás,
la cantidad de poemas que escribimos en nombre de.
la medimos en intensidad de palabras o,
en milímetros cuadrados de desesperanza.
los restos de amor que quedan pegados en las huellas dactilares
hablan del silencio,
como la canción que nos hace repetir un rostro,
como el olvido.



III
si ahora fuésemos invierno, podríamos tejer mantas para niños huérfanos,
cocinar el hambre el cubetas de teflón.
con el calor, en cambio
estamos demasiado expuestos a la caída,
a la búsqueda desesperada de algún credo,
a la desconfianza de una cama inevitable y ajena.



IV
si pudiésemos hablar
romperíamos en llanto lo que aun nos une porque
sabemos que el dolor
continúa en la permanencia de lo invisible,
en las migas de pan que no barrimos,
en las cartas del tarot que se desacomodan como si estuviesen hechas de viento.



V
si nos sentamos en el suelo, con los ojos cerrados
vamos a percibir que la luna de hoy sabe recordarnos
la ternura.
esa que escondimos tras tantas despedidas.



VI
quizás, haya que esperar al otoño, o
quizás
sólo detenernos a imaginar el mar.

es allí
donde todo termina.




domingo, 5 de enero de 2014

fetiches

Francesco Viscuso.



me plancho el pelo,
pinto mis uñas carmín.
los labios
frente al espejo del baño, el rímel.


todo lo que combina con el collar lo llamo fetiche y
todo lo fetiche
es bienvenido.



aquello que va al margen de mí
-lo inhallable-
queda flotando entre las ropas
 y la cintura.



con el resto, ya no hay más que podamos hacer


                                              
                                   salvo

doblegar amarras y
reducir a polvo
esos obscenos vestigios intraducibles
de lo que fuera
nuestra única esperanza.





sábado, 4 de enero de 2014

morir

Lauren Simonutti


todos podemos morir al costado de la carretera.
pisar la arena
tragar el pasto
inmiscuirnos en la fantasía de los pasantes y sostenernos a ella,
como si la salvación
estuviese en la ingenua chance
de volverla real.


todos podemos morir
al costado de nadie
y gruñir entre dientes la soledad de haberlo perdido todo.
no, no me animé a pelearlo
fue más fácil llorar el amor, que saltar al abismo de las posibilidades
esconder las manos e internarse en la ira del desprecio,
en ese hermoso y patético catálogo que contiene la persuasión abandonada.


puedo morir, y descubrir que no hay espejos en mi habitación,
ni en el resto de la casa.
decirme en el último respiro, que  mirarme
sería dejar de reconocerme en palabras.
imaginar, que en mi viaje
alguien tomó mis sueños para poder cumplirlos y así
salvarse.


alguien me devastó en el camino
alguien
que lleva mi nombre.

viernes, 3 de enero de 2014

pecadora

la bella Shirley Manson.



hoy me soñé Santa.

vestía a lunares y disponía la mesa a un costado de mi habitación.
colocaba manjares crudos milimétricamente reglados y vino,
en las tacitas de té que heredé de mi abuela.

dicen,
que la geometría de la crueldad es la insistencia en perpetuar el estado de las cosas.

yo,
horneo galletas y rituales

máscaras

con una boca lo suficientemente grande
como para devorar
todas las bestias,

y el perdón de dios.